Poesía de combate. Palestina
por Leo Castillo
Yo recomendaría a los tiranos del mundo cuidarse del más delicado y explosivo entre los sensibles: el poeta (recuérdese la genus irritabile vatum de Horacio). De modo que este que escribe:
Tu risa es ancha y feliz como un campo de coliflores
y me hundo en tu barba verde
en tu gran cuerpo de yerba (Rosella de Paolo),
sabe igual encender la cólera de los mancillados en todos los tiempos contra el verdugo:
Babilonia, tú también serás destruida
feliz, el que agarre tus niños
y los estrelle contra las rocas. (1)
Testigo dolido de la brutal represión de su pueblo, amenazado en sus bienes esenciales -y víctima él mismo- bajo el yugo de un colonizador encarnizado en el exterminio del otro término del conflicto y que, imponiendo una pretendida supremacía racial, busca borrar el recuerdo de su historia -que falsea-, y de su cultura ("... se nos enseñaba más cosas de Teodoro Hertzel que de Mahoma... nos hacían estudiar infinitamente más poemas de Naïm Nahuman [poeta yiddish] que de Al Mutanabbi");(2) reducido a un pensamiento censurado; pueblo ocupado, desposeído de la tierra; los compatriotas objeto de procesos inquisitoriales, arrestados, encarcelados, asesinados extra judicialmente, siente el poeta que este pueblo se vuelve hacia él en su desamparo, y le encomienda su sangre como tinta para su pluma: entonces -nada más legítimo- el poeta o se transfigura en bandera flamígera que incita a la Resistencia, y su enconado verbo se abre en ráfagas que acribillan la conciencia, moviliza el espíritu a la batalla, o bien es una alma muerta, el cómplice de una sangrienta dominación que guarda un culpable silencio. ¿Cantará este madrigal este ciervo perseguido (el Roque Dalton del biógrafo Alvarenga) a los criminales viendo los cuerpos decapitados que vienen flotando río abajo?:
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!,
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos... (3)
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!,
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos... (3)
Todo tiene su tiempo:
Tiempo de llorar y tiempo de reír (…) tiempo de amor y tiempo de odio (…) tiempo de callar y tiempo de hablar. (4)
¿Oirás lo que dice la inafancia de Mahmud Darwich? Dice: "Mi infancia fue el comienzo de mi drama personal, en relación con el drama de todo mi pueblo.
"Esta infancia fue tirada al fuego, bajo la tienda, en el exilio, de un solo tirón y sin justificación aparente. De pronto, bruscamente, se encontró tratada como se trata a los adultos, que sí pueden soportar tales pruebas.
"Las balas que se dispararon en aquella noche del verano de 1948, en el espacio que ocupaba una apacible aldea (Al Barwak), no hicieron distinción. Entonces tenía seis años y me encontré corriendo hacia los bosquecillos de olivos negros, después hacia las montañas, unas veces a pie y otras a rastras. Después de una noche sangrienta, llena de terror y de sed, nos encontramos en un país que se llama Líbano. Y cuando aquel niño andrajoso se repuso de su fatiga, lo asaltaron las preguntas, repentinamente y sin orden lógico.
"Desde aquella noche, las características propias del universo infantil desparecieron, y aquel niño estuvo privado de todas las cosas, y del lenguaje que lo distinguía de los mayores (...): Las fronteras, los refugiados, la ocupación, el Organismo de Socorro, la Cruz Roja, el periódico, la radio, el regreso y Palestina (...) alejándome a una velocidad loca del universo infantil (...) A la misma velocidad loca, me acercaba a otro universo infantil cuya significación sería el lugar en que el regreso me liberaría de esta palabra hiriente: Refugiado.
"Por eso -lo recuerdo- perdí el don de jugar, de escalar los árboles, de recoger las flores y de perseguir a las mariposas y comencé, como los míos, a habituarme a la soledad, al silencio y a la observación."
Poesía palestina de combate
Si tuviera que escribir sobre el tema de la Resistencia entre los años 1930 y 1948, en vez de Palestina, mis poetas serían judíos. Pero la historia gira, y la víctima de hoy será el verdugo de mañana. Hagamos un poco de historia: En 1917, Chaim Weizmen, que sería el primer presidente de Israel, declaró que preveía el establecimiento en Palestina de un estado que sería “tan judío como Inglaterra es inglesa”. Cincuenta años más tarde, en 1967, Moshe Dayan, interrogado sobre la capacidad de Israel para absorber la población árabe de los territorios nuevamente conquistados, respondió: “Económicamente, podemos. Pero pienso que eso no concordaría con nuestros planes futuros. De ello resultaría no un estado judío, sino un estado bi-nacional o un estado árabe-judío. Así, lo que nosotros buscamos es un estado judío, como Francia es un estado Francés. (5)
También valgan estas cifras: En 1917, después de casi treinta años de emigración, los judíos no poseían más que 2,5% del territorio palestino; en 1947, poseían un 6%. De 1948 a 1953 fueron promulgadas leyes de expropiación de tierras contra los palestinos, hoy minoría arrinconada. Los nombres de ciudades, aldeas, ríos y regiones de Palestina han sido israelizados. Para muestra de los horrores subsiguientes, véase el trabajo de Jean Genet sobre el denominado por la ONU acto de genocidio de 1982, Cuatro horas en Sabra y Shatila, en http://imagineriabruja.blogspot.com/, junio 4 de 2009).
Dado que no es política mi intención, me apresuro a dejar al lector a solas con los poetas que he seleccionado para esta entrega de Poesía de combate. No ofrezco datos biográficos ni bibliografías en torno a los autores, que el curioso lector podrá recabar en el volumen (que sigo) Poesía palestina de combate, selección y prólogo de Abdellatif Laâbi, en Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1976. Interesa la satisfacción estética, la fuerza del ingenio irritado por la injusticia que puede hallarse en esta breve muestra. El sentimiento.
Stanislas Valois Aragon
Tawfik Az-azayad
Sirhan y el oleoducto
Estaba vivo como el onagro
y como el perro de caza
era ágil y ligero
era intrépido como la ola del océano
como el tigre
era temible.
El tiempo era lluvioso
la noche era tan negra como el carbón
ninguna estrella resplandecía, ninguna luna
pero Sirhan es como un gato
puede distinguir una aguja en la espesanoche
conoce esta tierra como la palma de su mano
como la conocería un perro policía
el tiempo era lluvioso
Se dirigía hacia Till Haritia
donde estaba el maldito oleoducto
que encaminaba hacia países extranjeros
los bienes que brotaban de la tierra de los pueblos árabes
se dirigía hacia Till Haritia
con dinamita en el bolsillo, fuego y mechas
y en el hombro un fusil
caminaba, masa silenciosa
pero en sus ojos brillaban cuchillos, un odio poderoso
caminaba, abriendo su camino entre las rocas
masa violenta como el lobo
que se apresta para la caza mayor
Eh Sirhan... apresúrate
la noche tiene ojos
que tal vez lean en la conciencia
y adivinen las intenciones
Hey Sirhan... apresúrate
y que tus pies, al avanzar
sean como un paño de seda
¿por qué a veces el hombre
no tiene alas
para volar?
Cuando le dijeron:
Cuando le dijeron:
"Sirhan, ¿puedes hacer algo por la patria?"
él se encogió de hombros
él se encogió de hombros
"Yo... déjenme tranquilo
con esos cuentos de la patria."
cuando le dijeron
"Sirhan oh Sirhan
ven con nosotros a la montaña"
él se encogió de hombros
"Yo... por qué. Si tengo hambre
siempre podré buscar mi subsistencia legalmente."
Cuando le dijeron:
"¡Sirhan! hijo de perra
mira a tu pueblo reducido a la esclavitud"
él se encogió de hombros
"Yo... mientras tenga a salvo el pellejo
qué me importan los otros."
Maldita sea tu especie
amasijo de barro
Maldita sea... no entendió
pero una vez cuando sus ojos vieron
las estrellas en pleno mediodía
se dio cuenta
Le pusieron una cuerda al cuello
y lo hicieron girar, los pies desnudos
sobre las espinas
los militares le marcaron la espalda con un látigo
ardiente como el fuego
le rompieron la reja del arado y la carreta
y condujeron los animales
con la culata de sus fusiles
destruyeron la puerta, el desván
destruyeron la puerta, el desván
y toda la vajilla
dinamitaron la casa y gritaron
"¡Por aquí, tú... hijo de puta!"
La hora del nacimento sonó así
sobre el campo
entonces Sirhan rechazó el fuego del dolor
apretó los dientes
su boca estaba llena de sangre
Sirhan era el hermano de la niña
y comprendió
Oh cómo Sirhan se hizo terrible
al comprender
Sirhan vivió perseguido
año y medio
ningún humano conoció su guarida
lo buscaron muchas veces... husmearon
en cada roca, en cada grieta
valoraron su cabeza en mil libras
mil veces lo rozó la muerte
lo rondaba
pero ningún mortal conoció su guarida
durante año y medio
Un día Sirhan reflexionó:
un oleoducto está a tanta distancia
el petróleo corre cerca de Haritia
y entrega el bien que brota de la tierra
de los pueblos árabes
a los países extranjeros
oh Sirhan, si tú...
si explotara
pero tus dientes no bastarán
ni las balas de tu fusil
arréglatelas, maldito seas
reflexiona y arréglatela
Eh, oleoducto
ralea bastarda,
espera un poco
Sirhan el infeliz hijo de la desgracia
acude a pesar de la tormenta
y con relámpagos en los ojos
masa silenciosa, como bestia temible
lleno el bolsillo de dinamita, fósforos y mechas
espera un poco
ralea bastarda
que llegó tu hora negra
como el destino
Algunos segundos... antes de que estalles
Ah
bastardo
espera un poco
Sirhan no volvió aquella noche
pero una mañana
unos periódicos escribieron
-sabotaje en el oleoducto de Till Haritia
-un terrorista perseguido dinamitó el oleoducto
-después de la búsqueda
la policía halló una pierna humana
los restos de un fusil
y un carné de identidad
-su nombre es Sirhan Al 'Alí
árabe de Saqr
pero los detalles del hecho se desconocen
mañana
ofreceremos
un complemento de las informaciones
LAMENTACIONES DE SU MADRE
Avisen a sus primos... que vengan
con tambores y trompetas
díganles que ha vuelto de sus conquistas
el más sagrado entre todos
distribuyan dulces y bolsos de ropa
a grandes y pequeños
Cómanlos alegremente, toda mi alegría oh Hania
es mi ojo que ha sido quemado oh hija
Avisen a sus primos... que vengan
como banda de águilas
díganles que cuando ha vuelto
sus ojos despedían fuego
y me ha dicho:
"Madre dame tus ahorros
el asunto es grave"
vendí mi manto de casada
y mi última alhaja
¡Alegría, toda la alegría oh Hania!
¡no lo dejen sin fusil!
Oh muchachos del barrio
preparen los animales para el sacrificio
los braseros y las marmitas
dejen que los vestidos se empapen de perfume
empápenlos
así como los pañuelos de seda
Sirhan el valiente hijo del valiente
ha vuelto de sus campañas
a descansar en mi regazo hondo
¡Oh hijas, acudan a recibirlo! ¡Oh hijas!
¡El júbilo ha llegado! ¡Tomen los aguamaniles!
Avisen a sus primos... que vengan
con tambores y trompetas
díganles que si un día vuelve
venderé mi último vestido
Con alegría, oh de su madre
búscale la muchacha más hermosa
Con alegría, oh su madre
vende tus vestidos
y cómprale un fusil
Mahmud Darwich
Cédula de identidad
(fragmentos)
Inscríbeme
soy árabe
el número de mi cédula es cincuenta mil
(…) arranco de las piedras
el pan, las ropas, los cuadernos
y no vengo a mendigar a tu puerta
y no me pliego
ante las losas de tu umbral
¿te enojarás acaso?
(…) inscríbeme
soy árabe
mi nombre es muy común
(…) y mi abuelo era campesino
sin árbol genealógico
mi casa
una cabaña de guardián
de cañas y ramajes
¿satisfecho de mi condición?
mi nombre es muy común
(…) inscríbeme
soy árabe
tú me has despojado de los viñedos de mis antepasados
y de la tierra que cultivaba
con mis hijos
y no nos has dejado
ni a nuestros descendientes
más que estos guijarros
¡vamos!
escribe
en lo más alto de la primera página
que yo no odio a los hombres
que yo no agredo a nadie
pero… que si me hambrean
como la carne del que me despoja
y ten cuidado… cuídate
de mi hambre
y mi cólera.
En espera de los que volverán
mi gente plantó sus tiendas en la arena
y yo estoy despierto con la lluvia
soy el hijo de Ulises el que esperó el correo del Norte
me llamó un marinero pero, pero yo no partí
atraqué la barca y subí a la cima de una montaña
─Oh roca sobre la que mi padre oró
para que fuera abrigo del rebelde
yo no te vendería por diamantes
yo no me iré yo no me iré
Las voces de los míos hienden el viento, sitian las ciudadelas
─Oh madre, espéranos en el umbral
nosotros volveremos
Este tiempo no es ya como ellos imaginan
el viento sopla según la voluntad del navegante
para que fuera abrigo del rebelde
yo no te vendería por diamantes
yo no me iré yo no me iré
Las voces de los míos hienden el viento, sitian las ciudadelas
─Oh madre, espéranos en el umbral
nosotros volveremos
Este tiempo no es ya como ellos imaginan
el viento sopla según la voluntad del navegante
y la corriente es vencida por la embarcación
¿qué has cocinado para nosotros? volveremos
han robado las jarras de aceite Oh madre y los sacos de harina
trae las hierbas de los pastos, trae
tenemos hambre
los pasos de los míos resuenan como el suspiro de las rocas
bajo una mano férrea
y estoy despierto con la lluvia
En vano escruto el horizonte
permaneceré sobre la roca… bajo la roca… inquebrantable.
Canto para los hombres
(Fragmentos)
UNA VOZ:
hemos oído tu voz incadescente
hemos oído tu voz incadescente
la hemos escuchado
¿cómo las palabras transformarán
las grutas de la noche de cristal
si tu voz está investida de tinieblas
y tu pueblo
lágrima vertida sobre los siglos de oro
y tu tierra
como un ornamento de tapiz de ruegos
lanzado a los caminos
y tú sin alforjas
¿y después, y después?
es muy bella tu voz
cargada con vientos del Norte
pero estamos cansados
RESPUESTA:
tú estás sometido como el asfalto
sometido
tú que simulas impaciencia
tú eres simple… como la luna
crucificada sobre la roca
déjame terminar mi canción
déjame engullir la tempestad
déjame almacenar la dinamita en mi sangre
tú estás sometido como el asfalto
simple… como la luna.
Desafío
Átenme
prohíbanme los libros
los cigarros
obstruyan mi boca con arena
la poesía es sangre
se imprime con las uñas
las órbitas
las cuchillas
La clamaré
en la cárcel
en el baño
en la cantera
bajo el látigo
la violencia de las cadenas
Un millón de pájaros
sobre las ramas de mi corazón
inventan el himno combatiente.